Cuando vi el tema del concurso que había puesto María del blog Cosicas Dulces y alguna salada me encantó: recetas que sean tradicionales de nuestra tierra.
La parte negativa es que en Castilla y León en general y en Valladolid en particular todas las recetas están pensadas para el largo y frío invierno (como dicen en Juego de tronos se acerca el invierno...). Que si un cocido, una olla podrida, que si sopas de ajo... Así que lo difícil ha sido elegir una receta para este verano de olas de calor que estamos sufriendo.
Después de pensar y dudar durante varios días me decidí por un lechazo asado. ¿Hay algo más típico de Valladolid que eso?. Sobre todo de la zona de Peñafiel, cerca de donde está situado el pueblo de procedencia de mi familia.
Lo difícil es encontrar una materia prima de buena calidad, sobre todo aquí en Madrid, ya que tienden más al cordero que al lechazo. ¿Y cual es la diferencia entre ambos? Básicamente dos cosas: el tamaño del animal y la alimentación que ha llevado.
Un lechazo pesa de 10 a 12kg. de peso vivo a su sacrificio, tiene una edad aproximada de 35 días y solamente se ha alimentado de leche materna.
Un cordero tiene más edad y por lo tanto más peso. Pueden tener hasta 1 año. Además se han alimentado de más cosas que leche materna lo que hace que su carne sea más dura y de sabor más fuerte.
Además hay que tener en cuenta la marca de calidad IGP (Indicación geográfica protegida) de Castilla y León. Las carnes comercializadas bajo esa insignia llevan un anillo en la pata. Estos lechazos son sobre todo de raza churra aunque también pueden ser castellana u ojalada.
Para la ocasión y aprovechando que esta semana ha sido nuestro aniversario de bodas y queríamos darnos un homenaje he comprado una pata de lechazo, pequeñita, como debe de ser. No se cuanto ha pesado ya que la compré por unidad pero calculo que 400gr. escasos.
Lo acompañamos de una ensalada, un pan candeal y una buena botella de vino de mi tierra, como manda la tradición. En este caso tomamos un vino de D.O. Toro.
En la zona de Aranda y Peñafiel lo asan en horno de leña y solamente con agua y sal. En algunos casos también añaden manteca de cerdo, pero yo he seguido la receta de mi madre que añade ajo y vinagre. A mí me gusta más así cuando está cocinado en un horno eléctrico, sin embargo, la receta tradicional es ideal para los hornos de leña ya que la carne adquiere un sabor especial.