Cada momento damos gracias por el día que apareció Pluto en nuestra vida. De hecho se ha vuelto tan indispensable que se merece una entrada en este blog.
Julia, mi niña de 15 meses. tiene una fijación increíble por este muñeco. Cada vez que le coge tiene un acto reflejo que es coger la oreja del animal y chuparse el dedo. De esta forma duerme, deja de llorar, se le calman las rabietas, se la calma el dolor..., vamos que se la pasa todo.
Como un día se nos pierda Pluto vamos a tener un problema muy grande.
Hemos intentado comprar otro de reserva pero ya no existe el mismo (fue un regalo). Otros modelos de Pluto no la valen, tiene que ser este.
El pobre muñeco ya ni siquiera es amarillo, sino que está pardusco y grisáceo de las lavadas que lleva. Hay días que le lavo y se le tengo que dar húmedo de la rabieta que tiene sin el muñeco. Porque no os imagináis como huele el muñequito de tanto chuparle la oreja.
Por nuestra casa aparca un coche que tiene uno igual en el salpicadero. Hemos llegado a plantearnos romper el cristal, coger el Pluto y dejar al dueño una notita con nuestro teléfono para que lo pague el seguro (casi rozamos la desesperación).